Un 13 de noviembre de 1985, en la localidad de Armero, Colombia, fueron testigos de la peor tragedia natural en la historia de ese país. El volcán Nevado del Ruiz despertó luego de sesenta y nueve años de inactividad, y fue tal la erupción que terminó borrando del mapa una cuidad entera y a más de 20,000 habitantes.
Entre ellos a Omayra Sánchez, una pequeña de 13 años que murió frente a las cámaras de televisión tras luchar por su vida durante tres largos días.

¿Pudo haberse evitado la tragedia?
Según se conoce, el Gobierno colombiano tenía el conocimiento e información sobre la actividad volcánica, sin embargo, hicieron caso omiso a las advertencias, dejando a su suerte a los habitantes del pequeño pueblo, quienes fueron tomados por sorpresa por el desastre natural.
Entrada la noche, el volcán erupcionó, descongelando parte de la nieve de la montaña, ocasionando un aumento en el caudal de los ríos, los cuales descendieron por las laderas. Lodo, piedras y lava, iban arrasando con todo a su paso, entre ellas varias poblaciones. Alrededor de 23,000 personas fallecieron ese trágico día, la mayoría de la localidad de Armero.

El hallazgo de la pequeña Omayra Sánchez
Omayra Sánchez, una niña de 13 años, fue encontrada atrapada en los escombros de su propia casa, con el agua al cuello y con los cuerpos de sus familiares debajo de ella.
Las horas corrían, al lugar llegaron periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión que registraron los innumerables intentos de los socorristas para rescatarla.
Omayra, se mantenía en calma y serena, a pesar de la situación que estaba viviendo: «Estoy preocupada, hoy era el examen de matemáticas» dijo en un momento.
En algún momento los rescatistas consideraron la opción de amputarle las piernas, pero descartaron la opción debido a que no contaban con los materiales quirúrgicos y las posibilidades de que la pequeña sobreviviera eran muy escasas.
«Tengo miedo de que el agua suba y me ahogue, porque yo no sé nadar», comentó la pequeña.
Mientras que uno de los rescatistas respondía: «Te juramos, Omayra, que vamos a sacarte de aquí», aun sabiendo que esa promesa era casi imposible de cumplir.

Uno de los fotógrafos que llegó al lugar fue Frank Fournier, quien retrató a Omayra poco antes de perder la vida, en una conmovedora imagen que dio la vuelta al mundo.
«Al tomar su fotografía me sentí totalmente impotente, sin poder alguno de ayudarla. Ella enfrentaba la muerte con coraje y dignidad, sentía que su vida se le iba. Sentí que lo único que podía hacer era informar sobre el coraje y el sufrimiento de la niña, y esperar a que la gente se movilizara», dijo el reconocido fotógrafo.

Tres largos días duró la agonía de la valiente Omayra, la niña habló con los socorristas y periodistas que se encontraban en el lugar sobre el colegio y sus examenes, donde Omayra aprovechó para enviarle un mensaje a su madre a través de la prensa:
«Madre, si me escuchas, quiero que reces por mí para que todo salga bien» dijo mientras era filmada por cámaras de televisión de todo el mundo.
A medida que pasaban las horas, las esperanzas iban decayendo, a tal punto que Omayra comenzó a despedirse de su familia, los rescatistas y los medios que se encontraban en el lugar, pidiendo a las personas que se fueran y la dejaran sola para seguir con su destino.
Para ese entonces, los ojos de la niña ya se habían puesto rojo, casi negros por las infecciones, sus pequeñas manos se hincharon y blanquearon, con la piel tensa y arrugada, comenzó a alucinar, gritando que llegaría tarde a la escuela y que tenían que sacarla de allí lo antes posible.
El 16 de noviembre de 1985, a las 09:45 am, Omayra Sanchez, la guerrera de tan solo 13 años se despidió con un leve susurro diciendo: «Ya el señor me esta esperando, adiós», y antes de cerrar los ojos, miró a los rescatistas y a los periodistas e intentó sonreír. «Omayra no nos miró con suplica, no estaba derrotada, había mucha valentía en su mirada» dijeron algunos periodistas.
La niña murió a causa de gangrena, hipotermia y un paro respiratorio informaron las autoridades tiempo después.

Canales de televisión y muchos medios de comunicación en todo el mundo contaron la historia de Omayra Sánchez durante semanas, mostrando la valentía de la pequeña y sus últimos momentos de vida.
Omayra fue enterrada en el mismo lugar donde falleció, ya que su madre no quiso que se le amputaran las piernas para sacarla de allí.